Bueno, hoy estoy con un gran y enorme dolor de cabeza (sí, llevo un par de días un poco asquerositos). Así que voy a tirar de archivo y os voy a poner una disertación que tuve que hacer sobre el lenguaje no sexista para un curso sobre igualdad. Con algunas cosas estoy de acuerdo y con otras un-poco-pero-no-tanto pero las tuve que poner por exigencias del ejercicio. Bueno, ahí va, a ver qué os parece ( si lo aguantáis, que es un rato largo 😛 ):
El sexismo es una construcción social. Fisiológicamente los hombres y las mujeres tienen diferencias, algunas por la genética, como los rasgos sexuales, otras potenciadas por una evolución ya marcada por el sexismo, como la fuerza física adquirida por siglos de trabajo mientras la mujer se quedaba en casa, y otras supuestas y comúnmente asumidas , pero no reales, como por ejemplo la asunción de que la mujer es “el sexo débil, cuando se ha demostrado en múltiples estudios que las mujeres tienen una mayor capacidad de resistencia que los hombres, si bien es cierto que no fuerza bruta.
El sexismo se ha ido creando de forma paulatina y ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos, de manera que nunca quedara obsoleto y de forma que fuera más fácil asumirlo. Incluso hoy, cuando la igualdad se va haciendo más real y más patente en nuestras sociedades aún es realmente sencillo encontrar uno de los elementos que más han contribuido y siguen manteniendo de forma más o menos visible la discriminación: el lenguaje.
El lenguaje es ¿un instrumento creador, un arma de mantenimiento de la discriminación o simplemente un reflejo de la misma? Creo que sería muy interesante poder analizar una pregunta con estas características, pero la investigación ocupa y transciende más allá de los límites de esta exposición. Me permito comentar, que la discriminación es algo tan antiguo y tan enraizado que puede que nunca se lograra resolver la incógnita y puede que simplemente sea una mezcla de los tres.
Abordemos para éstas líneas el lenguaje simplemente como un arma de discriminación sin meternos en más debates.
Como antes hemos dicho el lenguaje evoluciona lenta pero eficazmente junto con la sociedad y es un reflejo de lo que ocurre en la misma. Aún hoy persisten muchas actitudes machistas que se reflejan aunque no sean evidentes, ¿ quién no pregunta a un niño “Qué te ha hecho mamá para comer”? o ¿quién no ha escuchado “por el día de la madre, kit especial de plancha, tostador y microondas!!!!”? y le ha parecido perfectamente normal y nada “chirriante” al oído?
Conseguir una igualdad Total pasa por otorgar una igualdad al lenguaje. Quizá muchas personas consideren que tanto “lenguaje no sexista” y “lenguaje políticamente correcto” sea exagerar un poco y además les resulte cansado. Quizá tendrían razón si en la sociedad no se reflejara el lenguaje que empleamos, o el lenguaje no fuera un reflejo de la sociedad, pero en las circunstancias actuales, el cambio en el lenguaje y el ser conscientes de la discriminación que el mismo rezuma se hace imprescindible.
¿Por qué puede sentar mal a una persona el ser tratado de “mujer pública”?¿ es que un político en activo se sentiría molesto si le llamamos hombre público? ¿Por qué asumimos o por qué nos suena mal el oír mujer pública y probablemente lo que primero se nos venga a la cabeza sea el pensar en una prostituta? SÍ, también a nosotr@s nos pasa, a las personas que nos dedicamos a ello, también puede que sea la primera idea que se nos pase por la mente, puesto que hemos sido socializad@s en un medio sexista. Pero esto tiene que cambiar y debemos acostumbrarnos al uso de términos que pueden significar los mismo en masculino y en femenino, con la única diferencia del sexo de la persona afectada por el término. Incluso aunque al principio pueda extrañarnos e incluso incomodarnos. Existen infinidad de ejemplos: zorro/zorra, ligero/ligera, pariente/parienta, etc.
Como expresiones que también reflejan desigualdad: señora de, viuda de, los genéricos que se utilizan en casi todos los casos son masculinos: los congregados, los hombres, los afectados, etc
Además es curioso que puede haber una reunión del 1000 mujeres y un hombre, la práctica totalidad de las personas utilizaría para referirse al auditorio el género masculino, quizá en su faceta de genérico, pero masculino al fin y al cabo, y si emplean el femenino y se dan cuenta de que hay un hombre a continuación y con toda probabilidad se haría referencia que no se ha querido poner de “mariquita” o similar a hombre en cuestión. Si fuera al contrario nadie pondría en duda la condición sexual de la mujer de la sala por haberla incluido dentro del grupo de hombres.
Por ello considero que es necesario el utilizar el género en las palabras en que sea necesario el hacerlo, o el utilizar palabras genéricas que no hagan una referencia expresa al género: personas, el grupo, la humanidad, el personal, el alumnado, etc